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Descubriendo el Patrimonio Histórico de San Pablo

Por Agustina Chauffaille

Volver a las raíces, al inicio, es difícil en una ciudad tan cosmopolita como San Pablo, donde los edificios en altura crecen y se expanden a una velocidad incontrolable. En medio de este paisaje urbano, las construcciones de valor patrimonial contrastan con el mar de torres de cristal. Son como pausas en el ritmo frenético de la metrópolis: espacios que invitan a contemplar, observar e interpretar la historia misma de la ciudad. Representan un pasaje directo al pasado, que narra un período específico hoy casi oculto entre el acero y el vidrio.


San Pablo cuenta con un rico patrimonio arquitectónico desde sus orígenes. Para comprender mejor su importancia, es necesario recordar qué entendemos por patrimonio arquitectónico: el conjunto de edificaciones, monumentos y sitios construidos que poseen un valor cultural, histórico, artístico o social para la comunidad. Es, en esencia, la herencia del pasado; las huellas donde todo comenzó.

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Como manifiesta la autora Margarita Lleida Alberch en su artículo académico “El Patrimonio Arquitectónico, una Fuente para la Enseñanza de la Historia y las Ciencias Sociales”, el patrimonio arquitectónico es la memoria construida de la historia. Debe considerarse como una fuente histórica que detiene en el tiempo el contexto en que fue creado. Alberch señala que, hasta mediados del siglo XX, las élites sociales fueron las principales promotoras de estas construcciones; mientras que, a partir del siglo XXI, en el marco de una sociedad democrática y de masas, el patrocinio pasó a ser un elemento de consumo y un instrumento educativo o de uso público.


De allí la importancia de legislar —no solo en San Pablo, sino en el mundo entero— sobre la conservación de los edificios de valor patrimonial. En primera instancia, para evitar su demolición, y en segunda, para establecer pautas que guíen las remodelaciones, preservando así la historia que encierran sus muros.


La conservación del patrimonio arquitectónico en San Pablo se desarrolla a través de un marco legal que incluye normativas federales, estatales y municipales:


A nivel federal, rige la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos (1972).


En el ámbito estatal, el CONDEPHAAT (Consejo de Defensa del Patrimonio Histórico, Arqueológico, Artístico y Turístico del Estado de San Pablo) conserva y protege los bienes culturales abarcando todo el Estado de San Pablo. Una de las funciones principales, además de aprobar los proyectos de restauración, conservación y dar asesorías para llevar a cabo dichos proyectos es la catalogación y registro de bienes culturales ya sean edificios históricos, yacimientos arqueológicos o colecciones de arte.


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A nivel municipal, el CONPRESP, (Consejo para la Preservación del Patrimonio Histórico, Arqueológico, Artístico y Turístico de San Pablo), al igual que el ámbito estatal, garantiza la protección y conservación de los bienes culturales de la ciudad. Su función primordial es registrar e inscribir los bienes muebles de significativo valor cultural, artístico o histórico como así también asesorar y aprobar los proyectos de conservación y restauración de estos.


Uno de los ejemplos más emblemáticos de edificios protegidos por su valor patrimonial es la Pinacoteca del Estado, ubicada en el centro de San Pablo, un caso de patrimonio arquitectónico inmerso y conservado dentro de la trama urbana moderna. Inaugurada en 1905 por el gobierno del estado de San Pablo, la Pinacoteca es el museo de arte más antiguo de la ciudad. Es un edificio neoclásico proyectado por el arquitecto Ramos de Azevedo en 1887, originalmente para la sede del Liceo de Artes y Oficios. Entre 1993 y 1998 se llevó a cabo una profunda remodelación para adaptarlo a su función actual. La intervención estuvo a cargo del arquitecto Paulo Mendes da Rocha, quien preservó la estructura original y materializó las nuevas circulaciones mediante pasarelas metálicas que cruzan los patios interiores a distintas alturas, ofreciendo nuevos puntos de vistas desde lugares antes impensados. El contraste entre los perfiles de acero y vidrio y los antiguos muros de ladrillo potencia la expresividad del edificio, dejando visible la huella de las intervenciones anteriores (Monografías 161 – Paulo Mendes da Rocha).


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Ubicada frente a ésta, otro de los edificios de valor patrimonial que cuenta su propia historia es la Estación de Luz, primera estación de trenes de la ciudad, diseñada por el británico Charles Henry Driver e inaugurada en 1901. Este edificio nos transporta a la época en donde el transporte ferroviario jugaba un papel importantísimo tanto en la ciudad como en el país. Posee una altura de más de 50 metros y una torre de reloj qué marca una impronta. Inspirada en las estaciones inglesas de la época victoriana aun cuenta con sus grandes lámparas tipo araña colgando del techo del hall de ingreso, enormes vitrales y columnas neoclásicas. Estar allí es un pasaje directo al pasado.


Esta estación se conecta con el metro y alberga al Museo de la Lengua Portuguesa. El diseñador estadounidense Ralph Appelbaun fue el responsable de la idea de crear un museo para celebrar y estudiar la lengua portuguesa. Fue él también quien concibió el Museo del Holocausto en Washington.


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El Arquitecto Paulo Mendes da Rocha fue quien comenzó a diseñar este proyecto en el 2002 junto con su ingeniero respetando las características originales del edificio. El proyecto se concluyó en el 2006 dando lugar al funcionamiento del museo hasta el 2015, año en el que se produjo un incendio que dañó gran parte del edificio y de las obras expuestas. A partir de ese año el museo se vio afectado por una segunda remodelación, esta vez de la mano del hijo del arquitecto original, Pedro Mendez da Rocha, quien además de restaurar el interior del edificio se concentró en el sistema de seguridad contra incendios para evitar que ocurra una próxima tragedia.


El edificio Sampairo Moreira, inaugurado en la década de 1920 fue el primer rascacielos de la ciudad de San Pablo. Diseñado como edificio comercial (oficinas para profesionales) por Stockler y Das Neves con 12 plantas y 50 metros de altura en un momento de la historia de la ciudad donde las construcciones no superaban las 4 plantas.


Desde un primer momento destacó por su diseño ecléctico que mezclaba tendencias europeas y norteamericanas como así también por ser la primera terraza de la ciudad que, con sus pérgolas de hormigón y sus vistas panorámicas, fue un símbolo de la modernidad a principios del siglo pasado.


In 2010 the building was expropriated by the municipality and declared historical heritage. From there, the restoration process designed by the Kruchin Arquitetura studio began in order to house the Municipal Department of Culture.


Considerado el rascacielos más alto de la ciudad hasta 1929, año en que inauguró el edificio Martinelli con 105 metros de altura.


En el año 2010 el edificio fue expropiado por el municipio y declarado patrimonio histórico. A partir de allí comenzó el proceso de restauración diseñado por el estudio Kruchin Arquitectura con el fin de albergar al Departamento Municipal de Cultura.


Este proceso buscó conservar la fachada y la quinta fachada (terraza) respetando la construcción original y reestructurar la organización interna de las plantas para la funcionalidad del cambio de uso. Para ello se crearon nuevos ejes de circulación a través de un nuevo volumen de pasarelas metálicas. De esta forma se conserva la estructura original y se destaca la nueva intervención con otra materialidad para lograr un contraste claro. Los antiguos ascensores fueron actualizados y se creó una nueva plaza auditorio de 400m2 que cuenta con una superficie techada destinada para uso cultural. El acceso a dicha plaza se realiza a través del edificio contiguo que también fue expropiado y rehabilitado su fachada para servir de entrada a ésta nueva plaza.


En la actualidad, aún funciona en la planta baja la tienda CASA GODINHO, tienda de comestibles más antigua aún que el edificio en sí. La misma, quien sigue conservando los valores y el encanto de las antiguas tiendas, fue declarada por la COMPRESP patrimonio inmaterial de la ciudad lo que le otorga al edificio aún más historia de la que él solo puede contar.

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Conservar el patrimonio arquitectónico de San Pablo no solo implica preservar edificios antiguos, sino también mantener viva la memoria colectiva de una ciudad que nunca deja de transformarse. Cada restauración, cada muro que se mantiene en pie, representa un puente entre el pasado y el presente, entre la historia y la modernidad. La Pinacoteca, la Estación de Luz o el edificio Sampaio Moreira son solo ejemplos de cómo la identidad paulista se expresa a través de la arquitectura, dialogando con el entorno urbano sin perder su esencia.


En un contexto donde el crecimiento urbano parece no tener límites, reconocer y proteger estos espacios es, una forma de reafirmar la identidad cultural de la ciudad y garantizar que las futuras generaciones puedan seguir leyendo su historia en las huellas del tiempo.

 
 
 

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