Chile Elecciones, José Antonio Kast imponerse con amplitud en el balotaje
- John Merolla

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Por John Merolla
Reportero Life News Today
José Antonio Kast, dirigente conservador de 59 años y referente de la ultraderecha chilena, se impuso con contundencia en la segunda vuelta presidencial y fue electo nuevo presidente de Chile. El líder del Partido Republicano derrotó a la candidata oficialista Jeannette Jara, del Partido Comunista, y asumirá el cargo el próximo 11 de marzo en reemplazo del actual mandatario Gabriel Boric.
Chile, un país en Sur América se destaca en la región por su institucionalidad económica, su apertura comercial y la solidez de su sistema financiero, posicionándose como uno de los mercados más integrados al comercio internacional en América Latina. La economía chilena tiene como pilar central a la minería, con el cobre como principal motor de exportaciones y generación de divisas, y se complementa con sectores como la agroindustria, la pesca, la energía, los servicios y el comercio, conformando una estructura productiva relativamente diversificada y orientada al mercado externo.
Con el 58,18% de los votos, Kast superó por más de 16 puntos porcentuales a Jara, que obtuvo el 41,82% de los sufragios. El resultado fue categórico: el presidente electo se impuso en todos los distritos del país. En tanto, los votos nulos alcanzaron el 5,84% y los votos en blanco representaron el 1,23% del total.

La elección se desarrolló en un contexto marcado por una fuerte preocupación social en torno a la inseguridad y la migración irregular, dos ejes que dominaron el debate público durante la campaña. Desde mediados de los años 2000, el sistema político chileno se caracteriza por una marcada alternancia entre gobiernos de izquierda y de derecha, y desde 2006 ningún presidente logró transferir el poder a un sucesor de su mismo signo político.
En los últimos años, el aumento del delito y la violencia, fenómenos históricamente ajenos a la realidad chilena, desplazaron las expectativas de transformación social que habían impulsado la llegada de Boric al poder tras el estallido social de 2019. Aquella promesa de cambio, centrada en la redacción de una nueva Constitución que reemplazara la heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, no logró consolidarse.
Según cifras oficiales, los homicidios crecieron un 140% en la última década: la tasa pasó de 2,5 a 6 asesinatos cada 100.000 habitantes. A esto se sumó un incremento de delitos de mayor gravedad, como los secuestros, que en 2023 alcanzaron los 868 casos, un 76% más que en 2021. Aunque Chile se mantiene por debajo de los promedios regionales, la irrupción del crimen organizado y prácticas como el sicariato marcaron un quiebre en su histórico perfil de baja criminalidad.
Este escenario fue capitalizado por Kast, cuya campaña se estructuró en torno a tres ejes centrales: el combate contra la inseguridad y el narcotráfico, la lucha contra la inmigración ilegal y el fortalecimiento del orden institucional. Durante su discurso de victoria, el presidente electo afirmó que su gobierno buscará “restablecer la ley y el respeto a la ley en todas las regiones, sin excepciones ni privilegios políticos, administrativos o judiciales”, y reiteró su intención de endurecer las políticas migratorias, incluyendo un plan para expulsar a unos 300.000 migrantes en situación irregular.

En materia económica, Kast propuso un ajuste fiscal de 6.000 millones de dólares a ejecutar en un plazo de 18 meses, basado en la contención del gasto público y la revisión de prácticas administrativas. En el plano previsional, planteó eliminar el aporte del 1,5% destinado al Estado incorporado en la reforma impulsada por el gobierno de Boric, bajo el lema “chao préstamo”. También aseguró que el recorte no afectará los programas sociales vigentes, como la Pensión Garantizada Universal, y propuso eliminar el impuesto territorial para la vivienda única.
En el eje de seguridad, presentó el denominado Plan Implacable, que contempla la construcción de cárceles de máxima seguridad para líderes narcotraficantes, el endurecimiento de penas para integrantes de bandas criminales, la prohibición de los “narcofunerales” y la creación de fuerzas especiales para recuperar territorios controlados por organizaciones delictivas. Si bien el plan adopta un tono severo, Kast descartó avanzar en la pena de muerte y sostuvo que la sanción más extrema debe ser la cadena perpetua.
Tras la derrota en el balotaje, quedaron expuestas las principales propuestas de Jeannette Jara. Su programa económico se apoyó en la continuidad y profundización de las políticas del gobierno de Boric, con foco en mejorar los ingresos de los trabajadores y reducir el impacto de los costos básicos. Entre las medidas destacadas figuraron la creación de un ingreso vital de 750.000 pesos mensuales, la limitación del uso de la Unidad de Fomento en áreas sensibles como salud, educación y alquileres, y la implementación de un esquema de Consumo Eléctrico Vital para mitigar el costo de las tarifas eléctricas.

En el plano laboral, Jara propuso avanzar hacia la negociación colectiva por rama de actividad, fortalecer el rol de los sindicatos y mantener los lineamientos de la reforma previsional. También presentó el plan “hipotecazo”, orientado a facilitar el acceso a la primera vivienda para jóvenes de hasta 40 años.
En materia de seguridad, su enfoque se diferenció del de Kast. La candidata oficialista planteó una estrategia orientada a desarticular las estructuras financieras del delito, impulsando el levantamiento del secreto bancario para seguir la ruta del dinero ilícito, junto con un mayor control de armas, registros biométricos, uso de tecnologías como drones e inteligencia artificial, y el refuerzo de la seguridad municipal y privada.
El triunfo de Kast se inscribe, además, en un contexto regional marcado por un giro ideológico hacia la derecha en América Latina, tendencia que también se observa en países como Argentina, Paraguay, Ecuador, Perú, Bolivia y Honduras.








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